Según la doctrina budista, la retribución recibida por cada mérito u ofensa que uno crea no se desvía de lo debido ni en el grosor de un cabello.
El Budadharma es sutil y maravilloso. Tal vez dentro del Budadharma uno no perciba ninguna ventaja, y fuera de él ninguna desventaja. Sin embargo, según la doctrina Budista la retribución recibida por cada mérito u ofensa que uno crea no se desvía de lo debido ni en el grosor de un cabello. Paradójicamente, el Budismo declara también que todo el mundo disfruta de la mayor libertad e igualdad posibles. ¿Por qué habla de igualdad? Porque cualquier ser vivo, sean fantasmas hambrientos, seres infernales, espíritus del mal, bestias feroces o personas malvadas y perversas, si toman la determinación de cultivar, con sólo un giro podrán encontrar la otra orilla para convertirse en Budas. El Budismo difiere de otros creyentes, quienes sostienen que las personas malvadas y perversas lo serán eternamente, estando más allá de la salvación; y que los tigres feroces y las bestias salvajes, siendo salvajes por naturaleza, no pueden ser liberados.
Durante la dinastía Ming, el Gran Maestro Lianchi 蓮池大師aceptó a un tigre de discípulo. El tigre lo acompañaba y protegía, pero considerando a los tigres bestias feroces, todos se aterrorizaban al verlo. Por ello el Gran Maestro Lianchi le ordenó al tigre que caminara hacia atrás. Al verlo caminar la gente se daba cuenta de que estaba domado, y ya no le temían. El tigre iba por todas partes recolectando fondos para el Gran Maestro y la gente se apuraba para ofrendarlo. Así es que también los tigres pueden tomar refugio en las Tres Joyas, proteger el Budadharma, y llegar a ser Budas.
El Budismo nos brinda la mayor de las libertades pero nos exhorta a hacer el bien y a abstenernos de hacer el mal. Quien mal actúa debe sufrir la retribución. El Budismo no presiona a nadie a realizar el bien, nunca dirá: “Si no escuchan y prosiguen creando mal karma, construiré una prisión y allí los voy a encerrar”. Todo es un producto de la mente, por eso los cielos e infiernos se crean con el pensamiento y la fuerza del karma. Por ello el Budadharma nos enseña a abstenernos de todo mal y a mantener toda buena conducta, y explica la ley de causa y efecto, que nunca se desvía de lo debido ni en el grosor de un cabello. El Budismo nos enseña a reconocer la verdad y a trascender el ciclo de nacimiento y muerte.
