¿De dónde venimos cuando llegamos? ¿Adónde vamos cuando partimos?
En este mundo la gente abandona lo verdadero para tomar lo irreal. Por ello vida tras vida damos la espalda a la iluminación y nos juntamos con la suciedad, embrollándonos a cada paso, cual ebrios o en un sueño. Nacemos como ebrios, inconscientes de nuestro nacimiento; morimos como en un sueño, inconscientes de estar muriendo. Toda la gente está soñando, nadie sabe cuándo va a despertar. Se dice que la vida es como un sueño: tomamos lo falso por verdadero y poseemos una insaciable codicia por la fama y el propio beneficio.
En un sueño los promocionan y son ricos; alcanzan una alta posición social, buena reputación, una esposa hermosa, amantes encantadoras, y una casa llena de niños y nietos; gozan de riqueza, abundancia e ilimitados honores. Y si en determinado momento durante el sueño alguien les dijera “todo ello es irreal”, nunca lo creerían. Pero tras soñar tan dulce sueño, ya no precisarían que nadie les diga que estaban soñando. En un sueño, ayer por la noche obtuvieron el mejor resultado en los exámenes imperiales, pasaron a ser primeros ministros, después emperadores, y finalmente inmortales, gozando de una felicidad ilimitada. Y al despertar por la mañana exclaman: “¡Qué sueño tan maravilloso!” Es allí cuando despiertan. Pero de no despertar, continuarían pensando que es real, y es cuando se enamoran del sueño sin poder despren-derse de él.
Incapaces de abandonarlo, se unen a él profunda-mente y se confunden. En ese momento están soñando despiertos. Venimos a este mundo confundidos y nos vamos confundidos. ¿De dónde venimos cuando llegamos? ¿Adónde vamos cuando partimos? No lo sabemos. Ni una sola vez despertamos en toda nuestra vida. Piénsenlo. ¿Es importante? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué tan precioso es aquello que no podemos dejar?
En nuestra vida nos atamos firmemente a las cuerdas de los tres venenos y los cinco deseos. Ni siquiera tenemos la libertad de girar; nos es imposible liberarnos. Debemos tomar la resolución de ingresar en la vida monástica para cultivar el Camino, meditando y prosternándonos ante el Buda con vigor. Así desataremos las cuerdas de los tres venenos y de los cinco deseos, y llegará el día en que las cuerdas estén totalmente sueltas. En ese momento despertarán. Y en retrospectiva verán que todo lo que han hecho les parecerá un sueño, y que nada de lo que hicieron con-cordaba con el Dharma. Ahora que han despertado por completo pueden abandonar el triple reino, sin estar atados al nacimiento y la muerte. Y teniendo control sobre el propio nacimiento y muerte, podrán nacer si lo prefieren y morirán cuando lo deseen. Es ese estado en que todo ocurre del modo en que lo desean, donde pueden ir y venir libremente, la liberación verdadera. Es como despertar de un gran sueño.
Pero ahora nos aferramos a lo falso y olvidamos lo verdadero. ¿Qué es falso? Los objetos de los cinco deseos: posesiones, sexo, fama, comida y sueño. ¿Qué es verdadero? La felicidad de las cuatro virtudes del Nirvana: la quietud y la alegría, el verdadero ser y la pureza. Pero los seres humanos somos extraños, no nos asusta perder lo auténtico, pero nos aterra perder lo falso. ¿Por qué? Porque tomamos al ladrón por nuestro hijo, rechazamos las raíces en favor de las ramas, tomamos lo falso por lo verdadero, y soñamos de continuo, cautivos de los sueños.
Es por esta ilusión que creamos karma y después recibimos la recompensa. Somos como la mota de polvo que en el aire flota arriba y abajo, según la energía de nuestro karma, girando en las seis direcciones, sin control de nuestra parte. De ahí el dicho: “Sin aclarar los obstáculos de la fama y el propio beneficio, uno no puede salir del ciclo de renacimiento”. Sólo cuando la fama y el propio beneficio ya no nos atraigan, podremos escaparle a la trampa del renacimiento en los seis destinos.
Charla dada el 21 de agosto de 1983
en la Ciudad de los Diez Mil Budas.
